enero 28, 2021
Riury Rodríguez Lorenzo

Emprender en Cuba en 2021. Una carrera con obstáculos

El emprendimiento en Cuba siempre ha sido una alternativa, siempre ha estado ahí, a veces silenciosamente. La situación actual de la economía del país invita a creer que es hora de que se vuelva un actor de mucha mayor importancia. Las medidas anunciadas en los últimos meses, más las que están por venir indican que el rol que ha de jugar es mayúsculo y que no deben dilatarse más los cambios que durante tantos años se vienen haciendo necesarios. ¿Cómo les afectan las nuevas medidas, cómo lidiar con una economía dolarizada, cómo integrarse con el resto de los actores de la economía? Sin dudas, el próximo año contribuirá a definir el camino por el que se moverán los emprendimientos y el impacto y contribución que tendrán estos en el mejoramiento de la economía cubana.

Una reseña cíclica del trabajo por cuenta propia

Hace 30 años, los cubanos nos sumíamos en uno de los periodos económicos más complejos de nuestra historia. El derrumbe del campo socialista daba pie al comienzo del periodo especial y la debacle económica y social que este representó. Aún hoy los efectos se siguen arrastrando y son extremadamente visibles en el empobrecimiento de la rama industrial y empresarial del país, marcada por una descapitalización de nota mayor, inflación de plantillas que impacta directamente en la productividad de las empresas y una corrupción de cuello blanco que atraviesa diferentes niveles dentro de la organización (José A. Rodríguez, 2018).

Una de las soluciones que se llevó a cabo en esos años fue la apertura de la economía cubana al mercado externo y en particular a la inversión extranjera y el turismo. Esa apertura representó una tabla de salvación que, de a poco, contribuyó al mejoramiento de las condiciones económicas del país, a la recuperación en áreas vitales de la industria y por supuesto, a la entrada de divisas frescas.

Para el año que comienza, la situación vuelve a ser extrema para la economía cubana. Una crisis estructural y sistémica que, una vez más, empuja a dar pasos de apertura y de flexibilización económica. Una situación que complementan un bloqueo económico y financiero por parte de los EEUU, que encierra cada vez más los márgenes de movimiento de la nación y una pandemia de coronavirus que ha disparado el gasto público y aumentado el déficit del presupuesto.

Tal como en antaño fue el turismo una de las tablas de salvación, hoy se antoja el emprendimiento privado y la liberalización de las fuerzas productivas, como una clave de cambio fundamental en la reestructuración económica y empresarial del país. Aunque varios pasos se han dado en esta dirección, aún queda bastante recorrido antes de lograr que el tejido empresarial se ajuste y funcione como un todo.

Últimos 10 años y el testeo de lo posible

El emprendimiento en Cuba no surge en el 2010, desde mucho antes ya existían experiencias de apertura a los emprendimientos. En 1979 y también en los años de la década del ´90 se realizaron aperturas en las que estuvieron presentes. Sin embargo, no es sino hasta 2011 que el trabajo por cuenta propia surge con fuerza y se convierte en una alternativa de empleo y búsqueda de calidad de vida para una parte importante de la población cubana.

Diez años han pasado ya desde que fue autorizado como modalidad de empleo y en esos diez años ha dejado una estela de elementos distinguibles y sobre todo del potencial que tiene para contribuir al desarrollo de la nación cubana.

Entre los elementos más destacables se encuentran las casi 600 mil personas con licencia de trabajo por cuenta propia en el 2019 que, según el economista Pedro Monreal, representan el 27% del empleo nacional (Abril 2020, Twitter). Otro elemento a tener en cuenta es su impacto en el presupuesto del país, que en el 2017 llegó a ser el 11% del total de los ingresos (Ileana Díaz, Diciembre de 2020). A estos datos debe sumársele la capacidad para integrarse en cadenas nacionales y aportar, ya sea por especialización o por productividad, un mayor valor a los bienes y servicios que hoy se ofrecen.

Desde la aprobación de las licencias por cuenta propia, la complementación de los negocios a la cadena de bienes y servicios nacionales se ha hecho visible. Los hostales y restaurantes han jugado y aún juegan, un rol importante en la oferta turística del destino Cuba. Los transportistas privados son un sostén fundamental de la movilidad en el país, los contratistas y cooperativas de la construcción tienen cada vez mayor presencia en los procesos constructivos de obras públicas y privadas. A pesar del limitado alcance social que se les ha dado a las licencias de trabajo por cuenta propia, es apreciable el impacto positivo que estos tienen en la generación de valor para la economía cubana.

Un punto y aparte lo representan los campesinos y la producción agropecuaria del país. Entre cooperativas y campesinos independientes son responsables de alrededor del 80% de la producción agropecuaria del país (István Ojeda Bello, 2019). Estos son los máximos artífices de los pocos alimentos  que se logran producir aún en nuestras tierras. A pesar de lo ineficiente del modelo de acopio, de los precios poco competitivos que se les pagan y sobre todas las cosas, las cuentas por cobrar acumuladas que el Estado tiene pendiente de pago con los productores.

Pandemia del Coronavirus. La ausencia de políticas públicas sólidas

El impacto del SARS-COV-2 en el país ha llevado al límite muchas de las capacidades de los negocios privados. Sin dudas, una parte importante de estos deberán reinventarse para no perecer. La pandemia del coronavirus agarró a este sector totalmente indefenso, pues en el país no existían, ni existen, políticas públicas definidas para tratar con las situaciones de desempleo y cierre de negocios. Eso sin contar con los planes de apoyo financiero para las personas y negocios afectados, que nunca existieron debido a la crisis por la que atraviesa el país y la falta de una perspectiva integradora hacia este sector.

Mientras en muchos países se activaron de inmediato planes de rescate para el tejido empresarial, particularmente para el MPYME (micro, pequeña y mediana empresa). En el caso de Cuba la realidad contrastó por la ausencia de una política ordenada y flexible para apoyar a este sector. Los ministerios de Trabajo y de Finanzas y Precios limitaron sus opciones a suspender temporalmente las licencias y diferir el pago de impuestos. No exentos estos procesos de mal comprensiones y tirantez por la ausencia de un contraste con la dura realidad que estaban viviendo los negocios.

Uno de los sectores de trabajo por cuenta propia más afectados fueron los trabajadores contratados. Al cierre de 2018 representaban cerca del 26% del total de TCPs autorizados y eran el grupo más grande dentro del sector (René Tamayo, 2018). Esto significa que al menos 156 mil personas quedaron vulnerables durante el cierre de actividades que forzó la pandemia. ¿Cuántos negocios debieron despedir a su empleados para poder mantenerse funcionando? ¿Cuántos perdieron sus ahorros tratando de salvaguardar a sus empleados y a protegerlos de la indefensión financiera? Si algo positivo ha dejado la pandemia en este sentido, es la necesidad de organizar políticas públicas que protejan a las MPYMEs. No debería mirarse atrás, cuando todo pase, sin tener claro una política de protección social y financiera, articulada entre el sistema bancario, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Ministerio de Economía y Planificación.


Si algo positivo ha dejado la pandemia en este sentido, es la necesidad de organizar políticas públicas que protejan a las MPYMEs. No debería mirarse atrás, cuando todo pase, sin tener claro una política de protección social y financiera, articulada entre el sistema bancario, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Ministerio de Economía y Planificación.

Cronograma legislativo y promesas sin cumplir

La realidad económica del país ha demostrado que no se puede, ni se debe, seguir postergando la implementación de las reformas para el sector privado. El año 2020 ha traído en pequeñas dosis algunos cambios que flexibilizan el accionar de este sector, pero que ante la ausencia de un marco legal adecuado, limitan el despegue de estos negocios y el necesario encadenamiento con el tejido empresarial nacional.

El cronograma legislativo actual tiene planificada la aprobación de la Ley de Empresas, la Ley de Sociedades Mercantiles y la Ley de Asociaciones para 2022. Esta es una fecha demasiado distante para la urgencia económica que hoy se respira en el país. En estas leyes se encuentra el fundamento necesario para fortalecer la capacidad de las empresas cubanas, estatales y privadas, para construir una mejor economía y un mejor país. Es imperativo que estas leyes, planificadas para aprobar en 2022, sean adelantadas en el calendario legislativo. De lo contrario, seguiríamos arrastrando los mismos errores que nos han traído hasta la situación actual.


El cronograma legislativo actual tiene planificada la aprobación de la Ley de Empresas, la Ley de Sociedades Mercantiles y la Ley de Asociaciones para 2022. Esta es una fecha demasiado distante para la urgencia económica que hoy se respira en el país.

En los últimos años se ha fomentado, a través de los gobiernos locales, la creación de proyectos de desarrollo local. En la mayoría de los casos, ha significado una oportunidad para negocios privados, que han podido reenfocar y ampliar parte de su alcance social. Sin embargo, esta opción sigue sufriendo de una importante carencia: un marco legal adecuado para su funcionamiento.

Cada proceso de desarrollo local, del que son partícipes los emprendimientos privados, pasan por una alta dependencia de los permisos y libertades que otorgue puntualmente el gobierno al que está supeditado. Es lo que sucede cuando un emprendimiento convertido en proyecto de desarrollo local busca obtener financiamiento para inversiones capitales, o cuando intenta impactar directamente en su propia comunidad. Estos niveles de dependencia no deberían ser negociados, sino comprendidos dentro del marco de la ley y del propio accionar del negocio.

La reforma del Trabajo por Cuenta Propia precisa, antes que todo, de un reconocimiento de su personalidad jurídica como ente capaz de relacionarse con cualquier otro tipo de organización y con las responsabilidades y derechos reconocidos en el Código de Comercio. Sin una personalidad adecuada, cualquier forma de organización se encuentra limitada en su accionar y en su capacidad de desarrollo.

A este elemento debe sumársele la apertura del ejercicio empresarial. Está pendiente de conocerse un listado de actividades prohibidas o no permitidas, que ofrezcan al sector privado un objeto social mucho más amplio y libre. Que permita llevar a la realidad la infinita imaginación del ser humano y, en nuestro caso, la creatividad de los cubanos.

Tanto la ley de MPYMES como el listado negativo de actividades son pasos fundamentales para desbloquear el trabajo por cuenta propia y por tanto, para desbloquear una parte importante de la economía del país. A estos elementos debe añadírsele la reforma empresarial en el sector estatal, que es también parte fundamental del destrabe de las fuerzas productivas.

Tarea Ordenamiento. Su impacto en los emprendimientos privados

En los últimos meses se han presentado una batería de nuevas medidas que impactan de manera directa o indirecta en el cuentapropismo cubano. Muchas de ellas, desconectadas de la solicitud de una legislación que dé más garantías de funcionamiento al sector privado. Sin embargo, es de aplaudir las facilidades para el comercio exterior, el reconocimiento del 100% de los gastos y solicitud de justificante del 80% o el incremento del mínimo exento a CUP 39´000.

En muchos de estos elementos aún está por verse cómo impactarán otros, como son el aumento de los salarios mínimos, el aumento de las tarifas de electricidad, los precios dentro de la economía y por supuesto, la compra venta de divisas. Esta última es de vital importancia por el alto nivel de dolarización que se está experimentando, así como por la emigración de muchos bienes y servicios hacia esa moneda como forma de mantener los suministros.

Vale decir que una parte importante del mercado en el que hoy se suministran muchos negocios es informal. La escasez de recursos en los canales formales, así como la dolarización, no facilitan un ordenamiento de los negocios hacia una economía 100% legal. Este es uno de los escollos más importantes que tendrán que enfrentar los emprendimientos en Cuba, dado que no todos los negocios precisan de integrarse en cadenas de comercio exterior. Toda vez que el mercado nacional se encuentra altamente desabastecido y sigue siendo una oportunidad de mercado para cualquier empresa.

Para 2021 se alzan varios retos de gran importancia para los emprendedores. Uno de ellos es el ajuste que deberán hacer ante la subida de los costos. Es de esperar que esto implique un aumento también en sus precios. Sin embargo, no quedan claramente definidos los límites en los que se podrán aumentar estos, o de las propias medidas administrativas con que intentarán frenarlos. La historia, y el mercado, han demostrado que a estos procesos se combate con mayor oferta y no con medidas ajenas a los principios que rigen al propio mercado. Otros retos están en el acceso a cadenas de suministro formales, la bancarización de los cobros y pagos o el acceso a financiamiento.

Este último es de trascendental importancia, pues no se puede concebir un desarrollo de las actividades productivas y comerciales sin el debido apoyo financiero. Es un anhelo de la comunidad de emprendedores la creación de bancas especializadas que faciliten los procesos de capitalización de los negocios. Una parte de los que hoy existen, lo hacen con medios propios, otra lo podrá lograr a través de estas bancas especializadas. Es de esperar que la disminución de los montos mínimos permitidos de inversión extranjera directa se encadene con una parte del sector privado, trayendo no sólo tecnología y suministros de mayor calidad, sino también integración con las necesidades aún por satisfacer del país.

Un sueño aún pendiente

Por otro lado, es preciso que el discurso alrededor del producto nacional apoye la creación autóctona. Si bien esto debe estar fundado en políticas públicas y sobre todo de comercio exterior. Es imprescindible potenciar el valor que le damos a los productos cubanos, movilizando la visión nacional e internacional que hoy existe alrededor de los mismos. Debe movernos el consumo de productos de calidad, pero mejor aún si son productos de fabricación nacional.

Los sistemas nacionales de comercialización de productos, las cadenas de tiendas, MAIs y otros, se encuentran altamente desabastecidos. En muchos casos, con la presencia de productos importados y de poco uso para la población. ¿Por qué no completar una parte de esta oferta con productos de los emprendimientos cubanos? El Estado debería dejar de experimentar con casos aislados y convertir en políticas públicas, sostenibles y transparentes el encadenamiento de los negocios privados al sistema de oferta nacional.

Conclusiones

Definitivamente, la próxima sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, así como el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba entrañan momentos únicos para aprobar muchas de las medidas que desde hace más de 10 años son parte del discurso político, económico y social del país. De ellos se deben definir gran parte de las legislaciones aún pendientes de aprobación.

Ha pasado demasiado tiempo de inmovilidad y la economía del país da señales de un desgaste tremendo. Las medidas no deberían seguir sirviendo como soluciones temporales o medios paños. Sino que deberían integrarse todas como una reforma total del sistema económico del país, sentando las bases para que todo el potencial que existe en manos de los cubanos pueda desarrollarse. Para que podamos todos contribuir a crear un mejor país, mucho más abierto, más conectado, más justo.


Las medidas no deberían seguir sirviendo como soluciones temporales o medios paños. Sino que deberían integrarse todas como una reforma total del sistema económico del país, sentando las bases para que todo el potencial que existe en manos de los cubanos pueda desarrollarse. Para que podamos todos contribuir a crear un mejor país, mucho más abierto, más conectado, más justo.

El sector de los emprendimientos privados en Cuba tiene mucho aún por alcanzar. El año 2021 parece ser la antesala del momento de ruptura de lo que lo ha limitado, toda vez que pudiera servir de cimiento para proyectar mucho más el impacto que puede ofrecer a nuestra nación. Queda en manos del Estado cubano confeccionar políticas públicas para el sector, a tono con la realidad económica que enfrenta. Queda en manos del sector privado cubano servir de catalizador para convertirse en uno de los motores de desarrollo y de bienestar de nuestro pueblo.

Riury Rodríguez Lorenzo es profesor, consultor de negocios y emprendedor. Máster en Administración de Negocios y miembro de la Incubadora de Negocios Proyecto CubaEmprende. Sus escritos sobre emprendimientos han sido publicados en revistas como El Toque, Temas y CubaBusinessReport. Ha participado en conferencias e intercambios sobre emprendimientos en distintas universidades e instituciones en México, EEUU, Reino de Países Bajos y Reino Unido. Es miembro activo de la comunidad emprendedora de La Habana.


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