octubre 7, 2020
Aldo Alvarez

Las reformas en Cuba: ¿a la tercera va la vencida?

A partir de los anuncios realizados por las autoridades cubanas el pasado 16 de julio de 2020 sobre la Nueva Estrategia Económica prevista para los próximos años, se inicia un nuevo período de reformas en Cuba promovido por el Gobierno cubano. En este sentido, consideramos que es relevante establecer una guía general de los períodos de reformas – precedidos de períodos de contrarreformas –  que se han sucedido durante los últimos 30 años en nuestra nación – a partir de la crisis cubana Post-1991. El entendimiento de dicho proceso de reformas por parte de la ciudadanía bien puede servir como herramienta para entender de mejor manera hacia donde, presuntamente, se dirige el país.

Tomando como referencia la mencionada crisis cubana Post-1991, se pueden identificar en la historia reciente cubana dos períodos principales de transformaciones:

  • los cambios del período fidelista (1989-2002).
  • los cambios del período raulista de implementación directa: (2008-2016)
  • los cambios del período raulista de implementación indirecta y responsabilidad compartida (2020-¿?).

En el sentido de nuestro análisis, consideramos relevante precisar que desde nuestra perspectiva, el período raulista tiene tres pautas importantes para entenderlo desde una más profunda magnitud: (i) la transferencia de las responsabilidades presidenciales en Cuba durante el período 2006–2008, a partir de la enfermedad de Fidel Castro y su imposibilidad de seguir ejerciendo el poder, (ii) su elección en 2008, como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y (iii) su posterior confirmación como Primer Secretario del Partido en 2011. En dicho período (2006-2011) se realizó en Cuba la primera transferencia officiál de poder político desde 1976. Cada uno de estos nombramientos trajo consigo importantes consecuencias que requerirían un análisis completamente independiente y diferente al interés del presente artículo.

Dentro del período raulista, tal como se menciona previamente, se pueden identificar claramente dos fases diferenciadas:

  • la fase de implementación directa, que incluyen aquellos sucesos ocurridos durante sus mandatos: presidenciales (2008-2018) y partidistas (2011-2021) – fecha en la que se ha previsto que cese en su cargo como Primer Secretario del Partido y se retire de su vida pública- y,
  • la fase de implementación indirecta y de responsabilidad compartida (futura y previsible), que incluyen los sucesos que ocurrirán desde los anuncios del 16 de julio de 2020 y hasta 2030.

No obstante lo anterior, esto es el reconocimiento de que el relevo de Raúl Castro en los máximos cargos del país sucedió en tres tiempos y en un período de 5 años, teniendo en cuenta que en su figura se cumplían varias condicionantes – protagonista de la toma del poder en el 59, ostento de altos cargos en su vida política posterior, y desde 1976 confirmado como viceministro primero, ministro de las FAR, y segundo secretario del PCC- , podemos concluir que internamente existía una confiada seguridad en su confirmación como sustituto de Fidel Castro. Por tanto, entendemos que esto le permitió comenzar con la implementación de ciertas transformaciones socio-económicas incluso antes de ser confirmado como Primer Secretario del Partido, cargo que es, a todos los efectos político-estructurales, quien realmente es la máxima autoridad en Cuba – tanto en la anterior estructura del Estado con la Constitución de 1976 como ahora con la Constitución de 2019.

Esta segunda fase dependerá también de las derivaciones que de las reformas pueda establecer Diaz Canel en su posición de Presidente de la República y de Primer Secretario del Partido. No obstante, teniendo en cuenta que la hoja de ruta para las transformaciones socio-económicas prevista hasta dicha fecha, ha sido debatida, acordada, anunciada y publicada durante el mandato y bajo la dirección de Raúl Castro, consideramos que también tendrá responsabilidad sobre todo aquello que se realice en el país. No en vano el mandato de Díaz Canel ha dejado bien claro el axioma de que “Somos Continuidad”.

Las reformas del periodo fidelista (1989-2002) y sus contrarreformas (2002-2008).

Las reformas del período fidelista (1989-2002):

Este período de modificaciones estructurales – según el criterio de Aurelio Alonso y de Juan Valdés Paz- se inicia en 1989, un poco antes incluso de lo que consideramos el principal factor – aunque no el único-  de la crisis cubana Post-1991, esto es el colapso de la Unión Soviética.

Estos cambios significaron la primera incursión del sistema socio-económico cubano en la economía de mercado y trajeron consigo definiciones sociales que persisten aún en nuestra sociedad actual.

Según la tipología de Alonso, a muy grandes rasgos, los cambios principales de dicho período fueron:

  • 1989-1993, período del shock de desconexión: apertura al capital extranjero, estrategia prioritaria de desarrollo turístico y de las industrias médicas, programa alimentario, medidas de emergencia en el control central de los recursos, acuerdos del IV Congreso PCC, y la reforma constitucional de 1992;
  • 1993-1995, período de reformas estructurales y contención de la caída: despenalización de la tenencia y libre circulación del dólar, rehabilitación de la iniciativa privada a partir del trabajo por cuenta propia, desestatización de la producción agraria en UBPC (Unidad Básica de Producción Cooperativa) y economía familiar, creación de redes de mercados minoristas, eliminación de gratuidades, movimiento de fundaciones y de estilos de asociación no gubernamental;
  • Después de 1995, período de reanimación económica: legislación tributaria, restructuración del sistema bancario, resolución económica del V Congreso PCC, programa de perfeccionamiento empresarial para el sector estatal de la economía.

Las contrarreformas del período fidelista (2002-2008):

Estos períodos son más complejos de precisar porque no solo significa que las autoridades tomen decisiones por acción, que conllevan actos concretos que se pueden identificar más claramente, sino porque la propia parálisis conlleva decisiones por omisión, o sea que están antecedidas por períodos de ausencia de medidas que continuaran el proceso reformista. En este sentido, podríamos identificar estas contrarreformas siguiendo los análisis de Mesa-Lago y considerando el año 2002 como el momento en el cual era ya evidente que Cuba se encontraba en un período de retroceso reformista.

Las Contrarreformas significaron un fortalecimiento de las políticas de regulación centralizada de la economía (o de recentralización) y un recorte del papel de mercado. De esta manera, se descartó al mercado como mecanismo económico de generación y regulación – aunque fuese con control directo e indirecto-  y se regresó a las políticas que sacrificaban la eficiencia y el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos, como punto de partida para el crecimiento económico.

Los elementos principales de las contrarreformas del período fidelista fueron:

  • La limitación del trabajo por cuenta propia. Se incrementan las trabas para obtener nuevas licencias y se incrementan los impuestos haciendo irrentables estos negocios. En el 2003, por ejemplo, se entregó solo el 22% de las solicitudes de trabajo por cuenta propia.
  • La reconsideración de la inversión extranjera (IE), sobre todo la asociada a medianos y pequeños empresarios foráneos y determinados sectores. La reconsideración de este nuevo mecanismo para la economía cubana viene muy directamente asociada al incremento de las relaciones con Venezuela y a la exportación de servicios como la fuente principal de ingresos dentro de la balanza de pago. Sin embargo, a partir del año 2004, ese rol lo asume la exportación de servicios profesionales, fundamentalmente hacia Venezuela. En 2004-2007 la exportación de servicios creció a una tasa anual por encima de 28% (Vidal y Pérez Villanueva, 2011).
  • El incremento del control financiero, contable y operacional sobre las empresas estatales, así como el retorno a una suerte de monopolio de comercio exterior, derogando una de las medidas aplicadas en 1994 que permitió el acceso directo a las importaciones a un grupo importante de empresas estatales autorizadas para realizar estas funciones. Precisamente, Sánchez Egozcue y Triana señalan que el punto culminante del proceso de centralización fue la creación de la cuenta única del Estado y la creación de la Comisión de Asignación de Divisas (Sánchez Egozcue y Triana Cordoví, 2010). 

Sobre este período, en 2009 Aurelio Alonso resumía que:

“La Reforma Constitucional de 1992 ampara niveles de transformación que no han sido implementados. No se trata de transitar de un sistema a otro preestablecido, sino de canalizar la carga crítica y el potencial de innovación social que se esta generando de manera continua en beneficio de una construcción democrática que será insuficiente en tanto se mantenga sujeta al verticalismo centralista.”

Las reformas del período raulista de implementación directa (2008-2016) y sus contrarreformas (2016-2020).

Las reformas del período raulista (2008-2016)

Las intenciones, éxitos y fracasos de las reformas del período raulista pueden resumirse en una sola frase: los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en 2011.

En lo fundamental, los ejes principales de las transformaciones de este período incluyen cambios en la agricultura, la inversión extranjera y la apertura del sector privado:

  • Entrega de tierras en usufructo a campesinos privados y cooperativas;
  • Aprobación de «formas no estatales de producción» o «trabajo por cuenta propia» (negocios privados), lo que suprime el monopolio estatal sobre el empleo;
  • Autorización de la compra-venta de inmuebles, automóviles y otros bienes, así como del hospedaje de nacionales en los hoteles e instalaciones turísticas en divisas;
  • Autorización a la libre contratación de la telefonía celular y de las conexiones a Internet; venta, en las tiendas recaudadoras de divisas, de computadoras, impresoras y otros implementos;
  • La reforma de la Ley Migratoria, una de las transformaciones más radicales al eliminar la «autorización» a los cubanos para la entrada y salida del país y extender la permanencia en el extranjero hasta 24 meses;
  • Nueva Ley de la Inversión Extranjera, que flexibiliza algunas limitaciones de la anterior legislación, establecida en la década de los noventa, aunque conserva otras que motivan quejas de empresarios foráneos.
  • Creación de un mercado mayorista destinado inicialmente a las cooperativas no agropecuarias en La Habana, con intención de expandirlo a otras regiones del país en la medida de las posibilidades.

Las contrarreformas en el período raulista (2016-2020)

Tal como indica Rafael Rojas: “Los más acreditados economistas de la isla y la diáspora consideraron insuficientes los llamados “lineamientos”, aunque admitieron que se trataban del punto de partida para un sector no estatal que facilitaría el tránsito a un socialismo de mercado. A partir del séptimo congreso, después del popular viaje de Obama, se han dado indicios de una contrarreforma. En la política económica, las relaciones internacionales, la ideología y la cultura, vemos una reafirmación de la hegemonía del Estado, que se refleja también en el aumento del control de la esfera pública, las redes electrónicas alternativas, la represión de la sociedad civil y la oposición y el endurecimiento de la retórica oficial”.

Para una mejor idea de esta situación, es importante tener en cuenta que tal como apunta el economista Ricardo Torres, en el mes de diciembre de 2018 entraba en vigor una normativa que limitaba sobremanera las posibilidades del sector privado. Unos pocos días antes de su entrada en vigor, esta normativa fue corregida por el propio Díaz Canel, mientras manifestaba que:

No hay por qué creer que las rectificaciones son retrocesos, ni confundirlas con debilidades cuando se escucha al pueblo. Revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado. Ninguno de nosotros puede tanto como todos nosotros juntos”.

Este momento podría considerarse, en otros análisis mas profundos sobre este tema, como un punto de inflexión en este período contrarreformista, y como un indicador de que ya nos acercabamos a un nuevo período de reformas.

Las reformas del período raulista de implementación indirecta y responsabilidad compartida (2020-¿?)

Las problemáticas que se arrastran sin resolver desde los inicios de la crisis cubana Post-1991, y otras que se fueron sumando como consecuecia de ambos procesos previos de reformas – no solo imperfectos, sino además inacabados- , han sido agravadas por dos elementos internacionales con relevante incidencia en la realidad nacional:

  • El bloqueo/embargo, incrementado durante la Administración Trump bajo la influencia de ciertos sectores políticos del Sur de la Florida de Estados Unidos de America.
  • la crisis económica internacional provocada por la pandemia del COVID-19.

Estos factores han provocado que, una vez mas, la necesidad de llevar a cabo nuevas reformas sea evidente y sobre todo ineludible. Esta nueva ola reformista ha recibido diferentes acercamientos. Gatopardismo, le denominan algunos, por aquello de presuntamente querer cambiar todo, para no cambiar nada. Esperanza, la definen otros, con la mirada puesta en las potencialidades y lo que estas medidas pudieran significar en el medio plazo. Engaño y necedad, argumentan otros, presentando los dos infructuosos intentos reformistas anteriores como su mejor argumento. En cualquiera de los casos, es innegable que las modificaciones que se realizarán en nuestro país durante los próximos meses/años volverán a incidir en la manera que nuestra ciudadanía se relaciona consigo misma, y principalmente, con el Estado cubano.

Conclusiones:

Teniendo en cuenta lo anterior, a grandes rasgos, en la historia reciente cubana de los últimos 30 años podríamos identificar entonces dos “olas reformistas” que han sido precedidas en ambos casos por sus correspondientes períodos de contrarreformas. Estas contrarreformas han sido justificadas como períodos de “revisión y análisis”, pero en ambos casos han significado mas bien parálisis, inmovilismo e incluso retroceso, o sea contrarreformas conservadoras.

Quizás con este mismo conocimiento, tanto el Presidente Miguel Díaz Canel como el Viceprimer Ministro y Ministro de Economía Alejandro Gil, en sus intervenciones del 16 de julio de 2020, mencionaban que:

  • Diaz Canel: “El peor riesgo estaría en no cambiar, en no transformar y en perder la confianza y el apoyo popular. Lograremos apoyo popular porque vamos a lograr bienestar y mejorías, y es obligado evaluar constantemente el impacto político y social de cuanto apliquemos.”;
  • Alejandro Gil: “todo lo que estamos haciendo para afrontar este escenario es lo que decimos que llegó para quedarse. Esto no es ahora y vamos para atrás después, sino que vamos siempre en el sentido de marchar hacia adelante”.

En el futuro cercano podremos comprobar que tanto de lo que se ha anunciado por las autoridades llega finalmente a cumplirse, en que sentido se lleva a cabo, y si realmente se pueden solucionar al menos algunas de las problemáticas socio-económicas que llevan incrustadas en nuestra sociedad por varias décadas. Veremos si, sobre este tema, tal y como se recoge en una frase de la sabiduría popular se aplica aquello de que “a la tercera, va la vencida”.

Aldo Alvarez es un abogado y miembro «Joven Profesional» del Cuba Study Group. Vive en La Habana, Cuba.

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