junio 2, 2022
María Lucía Expósito

Cubanos en el crowdfunding: la era del financiamiento colectivo

Los últimos seis años han significado el despunte de varias iniciativas cubanas en plataformas online. El fenómeno tomó fuerzas a partir de la ampliación de la infraestructura de internet, con el uso de las redes de datos móviles. En medio de ese contexto, varios proyectos creativos, desarrollados en el espacio nacional, han confiado en el crowdfunding como pasarela de producción y financiamiento. 

Su éxito, basado en las donaciones por Internet, ha sido la vía que han encontrado varias iniciativas independientes en el país para concretarse, o al menos conseguir parte de la logística necesaria para llevarse a cabo. Músicos, ilustradores, grupos de teatro, directores de cine y causas sociales han proyectado, en esta alternativa online, su modelo de subvención.

El crowdfunding va más allá de pedir apoyo monetario. Es percibido también como una manera de recaudar fondos en línea de persona a persona. Además de la descripción del presupuesto, los proyectos con mejor suerte serán aquellos que describan qué recibirá cada donante a cambio de su participación. Plataformas como GoFundMe, Kickstarter e Indiegogo permiten crear campañas mediante sus sitios web. Algunas, además de recaudar dinero, crean una comunidad alrededor de la campaña, otras permiten ingresan lo que se ha recaudado, aunque no se llegue al total deseado.

El éxito para alcanzar el financiamiento necesario dependerá del objetivo de la campaña establecido por su organizador. Pudieran estar enfocadas en ayudar a personas específicas, por ejemplo, una familia que perdió todas sus pertenencias en un incendio. A su vez, pudieran establecer un objetivo de colaboración con grupos de personas, dígase una causa, por ejemplo, ayudar a quienes sufrieron un desastre natural en una zona particular. En ocasiones, las campañas tienen fines comerciales, como recaudar dinero para una empresa de negocios, y aquí las donaciones se retroalimentan a través de posteos en las redes sociales o en el propio sitio web del crowdfunding.

A la fecha, existen muchas plataformas de crowdfunding, cada una de ellas tiene sus propias reglas, que van desde cuánto dinero retendrá el sitio, en concepto de cargos, hasta cómo y cuándo se le entregará el dinero al organizador de la campaña, quien recibirá el dinero tras alcanzar la meta. En Cuba la plataforma más reconocida, para facilitar la recaudación de aportaciones, es Verkami.

Verkami es una plataforma dedicada al micromecenazgo, fundada en 2010, por la iniciativa privada de un padre y sus dos hijos. El nombre de la empresa es el neologismo de dos palabras del esperanto: Verko (creación artística o científica, obra, producción) y Ami (estimar, agradar). Verkami podría definirse entonces como un amigo de la creación.

Dirigido principalmente a creadores, artistas, diseñadores y colectivos, Verkami ofrece asistencia especializada y personalizada. Es una plataforma cultural y social, aunque cada vez está haciéndose más amplio el abanico de proyectos publicados en ella. “El cine y la música son los proyectos más numerosos, y los proyectos editoriales los que más triunfan”, revela su sitio web.

En Cuba, Jorgito Kamankola fue el primer músico en financiar un disco mediante crowdfunding. Antes que lo prohíban fue el primer CD financiado completamente a través de esta vía. Lograron recaudarse 3000 euros en los 40 días planificados en Verkami, que facilita los pagos por tener sede en España. “Pedimos 3 000 euros y lo logramos”, dice. “El dinero iba a una cuenta extranjera y luego las recompensas a los mecenas”.

Entre los regalos para quienes habían colaborado se encontraban un disco con el nombre en los agradecimientos, un video dedicado y así sucesivamente, “para que la gente se interesara en donar lo que pudiera y tener un pago en agradecimiento por ello”, cuenta. Jorgito aseguró públicamente que le salió más barato que si lo hubiera hecho en Cuba. El acceso a Internet fue lo más complicado en aquellos tiempos.

En el 2016, se logró una recaudación de 12 975 dólares para el videojuego Savior, primer prototipo independiente o indie producido de esta forma en el país. Lanzada por los jóvenes Josuhé H. Pagliery y Johann Armenteros en el sitio web Indiegogo, su campaña estuvo marcada por la tutoría de la fundación estadounidense Innovadores Foundation, la cual hizo posible la visualidad desde allá. Ese mismo año, el cineasta Yimit Ramírez lanzó en redes la campaña para el filme independiente Quiero hacer una película (QHUP). Para estimular a los interesados a colaborar, diseñaron varios tipos de participación. Por una mínima contribución, se ofrecía una caricatura realizada por el director, la promesa de que el nombre del colaborador aparecería en los créditos de la película como mecenas, o la obtención de un código para ver el filme en alta definición a partir de su estreno.

“El bloqueo (de Estados Unidos a Cuba) existe y este caso es la prueba”, asegura la comunicadora, activista y feminista cubana Marta María Ramírez, quien se encargó de la gestión de redes sociales de ese crowdfunding, sobre la causa por la cual la mayoría de las plataformas desaprueba propuestas donde el destino final de los fondos es Cuba. Antes de QHUP, proyectos como Venecia, de Kike Álvarez, Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez , Agosto, de Armando Capó y El secadero, de José Luis Aparicio Ferrera, se materializaron con éxito gracias a este método.

Entre 2019 y 2021, no pocos colectivos de arte cubanos también se sumaron a la experiencia del micromecenazgo. Entre los más recientes estuvo la colecta de 3000 euros lograda, los primeros días de este año, para la puesta en escena de la obra shakesperiana Ricardo II, a cargo del grupo Perséfone Teatro. También el proyecto Casa Palanca, que buscaba reunir 25 mil euros para el establecimiento de un espacio físico que sirviera de refugio a mujeres periodistas independientes en Cuba.

Adonis Milán es un director de teatro cubano que ha sido separado del amparo institucional. A través de ayudas internacionales y de su propio descubrimiento del crowdfunding, encontró solventar la producción para llevar a la escena cubana Ricardo II. Durante los días de recogida de ingresos, las redes de Perséfone estuvieron dedicadas a promover el enlace para donar, lo mismo hizo el elenco que conforma la obra. Milán logró conseguir parte de los gastos de la producción gracias a espacios colaborativos como este y, a decir del artista, continuará otros planes teatrales suyos a través de estas gestiones.

Por su parte, Casa Palanca definió entre sus pautas que no era solo una campaña para visibilizar la situación de las periodistas independientes cubanas. Estaba enfocada en el fondeo colectivo, donde el 100% de los recursos iban a destinarse a comprar un espacio físico en La Habana donde reunir, trabajar, cuidar y acoger a aquellas mujeres que lo necesiten, también a sus hijxs. A diario, las redes de esta alianza compartían videos de un minuto, donde cada miembro hablaba de su experiencia como mujer y periodista. Junto a la visualidad del calendario de campaña iba un parte para actualizar, a la comunidad de seguidores y aliados, sobre las contribuciones y sus mecenas.

Para Marta María Ramírez, vocera y coordinadora de las redes de Palanca, esta fue la primera causa que organizaba fuera del ámbito comercial, y con la que más se identifica, por la necesidad de materializar finalmente, un refugio y sitio seguro para las comunicadoras, activistas y reporteras independientes del país en situaciones vulnerables.

Las perspectivas sobre el crowdfunding en el espacio cubano han trascendido igualmente con miras hacia las criptomonedas. El equipo de desarrollo del equipo AFondo, promueve un esquema de valor: crowdfunding + criptomonedas = criptocrowdfunding, pensado para impulsar las startups en Cuba.

AFondo, una idea de Abel Bermúdez Muñoz, ofrece un modelo de gestión de finanzas eficiente para el cubano promedio, pues las pasarelas de pago tradicionales son inaccesibles. De ahí que sea una decisión administrativa emplear solamente criptomonedas como método financiero, además de que la criptomoneda que usan, el USDT-TRC20, tiene un 0% de comisión por transferencia.

El esquema de negocio es bastante similar al de plataformas tradicionales de crowdfunding. Su valía radica en que los auspiciadores hacen el aporte mediante criptomonedas. Los aportes son recepcionados por la plataforma, y cuando alcanzan la cifra establecida, a priori, le son transferidos al emprendedor descontando un 9.5%, comisión que cobra la empresa por la gestión. De no alcanzar el monto previamente definido, en un plazo de 30 días naturales, la campaña termina y el 100% del dinero es devuelto a los contribuyentes sin cargos adicionales.

Respecto a este punto, una noticia de diciembre de 2021 revela que el sitio de financiación colectiva Kickstarter, viendo los cambios de tendencia en las redes, ha decidido abrazar las criptomonedas. El portal creará una nueva plataforma de crowdfunding basada en el blockchain[1] para mudarse a ella una vez esté lista. Llevará el concepto hasta tal nivel que permitirá a cualquier usuario utilizar esa infraestructura para montarse su propio portal de crowdfunding.

Aunque los indicios apuntan a que la inmersión de los cubanos en el crowdfunding seguirá creciendo, junto a la cultura digital y el arte en los rincones online, persisten las desavenencias reportadas por los organizadores de proyectos con las conexiones lentas y problemas de acceso a las páginas para gestionar los datos. No pocos han instalado redes privadas virtuales o VPN para completar los formularios y mantener activa la campaña. Mientras tanto, nuevas creaciones se unen a las que ya marcaron trayectoria. Unos se asesoran de otros. Muchos repiten la aventura. La financiación colectiva supo ganar terreno como alternativa para el emprendimiento en el siglo XXI cubano.

María Lucía Expósito, periodista de papeles, poeta y loca de inventario. Escribe sobre tecnología, cine, literatura y otras buenas hierbas. Fotógrafa sin manuales. Investiga en temas de periodismo social y ambiental. Vive en La Habana.

Ilustración por Wimar Vedercia Fuentes. Encuentralo en twitter @FuentesWimar.



[1] Conjunto de tecnologías que permiten llevar un registro seguro, descentralizado, sincronizado y distribuido de las operaciones digitales, sin necesidad de la intervención de terceros.

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