Carlos Alberto González
La tormenta perfecta: análisis de la crisis multidimensional en Cuba 2019-2022
I
Desde finales del 2019, la humanidad ha sido arrasada por una terrible pandemia. Como consecuencia de la misma, los sistemas de salud más sólidos han sufrido colapsos, gobiernos que parecían afianzados cayeron como castillos de naipes, y países célebres por su estabilidad vivieron estallidos sociales. Cuba no fue la excepción. El período pandémico significó una dura prueba para el sistema político de la isla y, especialmente, para el pueblo, quien ha tenido que enfrentar una crisis solo comparable a la de inicios de los noventa.
Según el vice primer ministro, Alejandro Gil, el 2022 comienza con una caída del PIB en los dos últimos años del 13%, y un déficit de más de tres mil millones de dólares[1]. Esto se une a un índice de producción industrial 40 % menor que en 1989; una marcada caída en la producción de alimentos; la pérdida del 65% del valor de las exportaciones; un déficit en la balanza comercial de bienes que creció un 187%; así como una de las tasas de inflación más altas del mundo[2]. Los indicadores anteriores se han reflejado en problemáticas tales como el desabastecimiento, la revitalización del mercado negro, el aumento de la delincuencia, la desigualdad (el índice de Gini se ha duplicado en los últimos treinta años), la pobreza y descenso de la calidad de vida. Ahora mismo el país vive una ola migratoria rumbo a los Estados Unidos; mientras que han aparecido nuevas rutas, cuyo destino final apunta a la Unión Europea.
En lo político, desde finales del año pasado comenzaron a desarrollarse los juicios de los manifestantes del 11J, los cuales han sido criticados por las excesivas peticiones fiscales y las condenas a menores de edad[3][4]. Las protestas, que tuvieron lugar del 11 al 14 de julio, fueron el resultado de un momento culminante en la crisis política que atravesaba el país desde noviembre del 2020 y han dejado una severa polarización, una muy compleja relación con la diáspora, dañaron la imagen del gobierno y las relaciones con la Unión Europea.
II
El complejo cuadro descrito es el resultado de la conjunción de muchos factores, cuya base común está en la difícil situación económica de la isla, previo al inicio de la pandemia, y su agravamiento a consecuencia de esta. En primer lugar hay que señalar que los tres renglones más importantes de la economía: la exportación de servicios médicos, las remesas y el turismo, se vieron afectados. El país ha sufrido duras pérdidas en Venezuela, donde la contratación de profesionales cubanos cayó un 24% los últimos años, lo que se añade a la salida de los mercados de Ecuador, Bolivia y Brasil. Solo de este último se dejaron de percibir 330 millones de dólares anualmente, cifra monetaria mayor a la que producen las exportaciones de tabaco[5]. Las remesas se vieron afectadas por las políticas del presidente Trump, disminuyendo en un 35% en el 2020 respecto al año anterior. Y el turismo, tercer renglón de la economía, perdió el 80% de su ingreso bruto en 2020. El número de turistas entre enero y mayo del 2021 era solo un 11% en relación a igual período del año precedente[6].
Además, la crisis económica en Venezuela significó una disminución del 62% en el envío de petróleo a nuestro país, así como la pérdida de 8 mil millones en inversión directa[7]. El bloqueo/embargo, y su impacto histórico sobre nuestra economía, incrementaron ese efecto. A un año del cambio de gobierno en los Estados Unidos, las más de doscientas cuarenta medidas, estratégicamente diseñadas e implementadas por la administración Trump, han afectado sectores como la inversión extranjera, el turismo, el comercio exterior, el sector bancario y financiero, los combustibles[8]. Súmese a ello, los efectos de la COVID-19, que además de su afectación al turismo y la economía mundial, implicó un aumento de gastos: solo a salud pública y asistencia social se destinaron más de 13 mil millones de pesos en el primer año de la pandemia, y decenas de millones de dólares[9].
A estos factores hay que añadir los crónicos problemas estructurales de la economía cubana, como la ineficiente planificación centralizada, el amplio predominio estatal sobre mercado y la propiedad, la insuficiente producción nacional y los resultados indeseados de la “Tarea Ordenamiento”[10]. Esta última había sido largamente pospuesta; tenía entre sus objetivos la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, el saneamiento de las finanzas internas, la eliminación de subsidios e incluía una profunda reforma de precios, salarios y pensiones. La medida, desde un principio, fue duramente criticada por los expertos. Uno de sus mayores riesgos era que la inflación sobrepasara lo calculado. Finalmente sucedió: en septiembre del 2021 el incremento de precios al consumidor, que agrupa el 90% del gasto de los hogares y es un indicador importante para medir la inflación, fue del 59.66 % y en noviembre había alcanzado el 69.48, principalmente a expensa de alimentos y bebidas no alcohólicas. El 27 de octubre del pasado año Marino Murillo reconoció que la inflación había crecido más de lo previsto y que la canasta de bienes y servicios, calculada inicialmente en 1528 cup, alcanzó 3250 cup, muy por encima de los niveles más bajos de la escala salarial y los jubilados[11].
El país tampoco estuvo exento del drama sanitario que ha significado la COVID-19. Se logró frenar las dos primeras olas e incluso, el gobierno envió brigadas médicas a varios continentes, incluida Europa. Paralelamente, se trabajó de un modo acelerado en cinco candidatos vacunales, de producción nacional, de los cuales se concretaron tres vacunas. Sin embargo, la combinación de la variante delta, la asfixia económica y problemas en el escalado productivo, condujeron al escenario del verano pasado: casi un millón de enfermos diagnosticados, miles de fallecidos y el colapso del sistema sanitario, golpeado por años de falta de inversiones e insumos. Este fenómeno, en su momento más álgido, tomó tintes dramáticos con la carencia de medios de protección, capacidades hospitalarias, oxígeno y medicamentos, la aparición de precios especulativos y el deficiente manejo de la comunicación social. Se generó un importante malestar social. Fue un momento especialmente delicado.
Todo lo anterior coincidió, según la versión oficial, con los meses de mayor consumo de electricidad, roturas en varias de las ocho centrales termoeléctricas del país y averías en el sistema de distribución, producto de la postergación de los mantenimientos y la falta de piezas de repuesto. Con el escaso margen de generación del sistema, que de una capacidad instalada de 6500 MW/h solo era capaz de producir la mitad, resultó imposible satisfacer la demanda máxima de 3300 a 3500 MW/h. Se produjeron apagones de más de siete horas, recordando así los momentos más duros del período especial[12].
III
Desde el punto de vista político, el escenario tampoco ha dejado de ser complejo. Con la llegada de Miguel Díaz-Canel a la presidencia de la República, en abril del 2018, se producía la tan esperada transición generacional. Sin embargo, esto no significó una trasferencia total del poder real a manos de nuevas autoridades. El escaso carisma, la poca popularidad del presidente y sus errores en momentos claves como el 11 de julio, han complicado aún más su gestión[13].
El gobierno se trazó como prioridades en esta etapa: contener la emergencia sanitaria; paliar el desabastecimiento y frenar la especulación, redirigiendo la venta de productos sensibles como el pollo, el aceite y el detergente a la libreta normada; organizar las colas y priorizar la entrega de módulos a sectores estratégicos. La obtención de divisas también fue una prioridad. La impopular decisión de abrir y, luego, ampliar las tiendas en MLC, ha tenido un alto costo político. Al tiempo que se ha continuado con el plan de reformas económicas. En ese sentido, además del ordenamiento, también se adoptó un paquete de 63 medidas para el sector agropecuario, más de cuarenta para renovar a la empresa estatal socialista, se fortaleció el sector privado y su relación con el estatal[14].
Entre las decisiones más trascendentes de estos últimos años estuvo la de aumentar el acceso a internet. La misma era imprescindible para lograr los niveles de desarrollo y competitividad deseados, pero también implicó para el Estado perder, aún parcialmente, la hegemonía comunicacional y el control de la información. Esto tuvo una importancia capital en la crisis política que comenzó con la promulgación del decreto 349 y se extendió desde noviembre del 2020 hasta igual fecha del 2021. Surgía una “nueva disidencia intelectual” que contó con el apoyo, la amplia divulgación en los medios no oficiales y extranjeros, y un seguimiento constante a través las redes. El pulso entre estos sectores, agrupados en los movimientos San Isidro, 27N y la plataforma Archipiélago, y el Estado, puso en tensión varias veces al país (este tema lo abordo extensamente en: La rebelión de los aplausos, historia y valoraciones de una crisis política[15]).
Sin embargo, el punto culminante de la crisis fueron las protestas del 11 de julio. Protagonizadas por los sectores más desfavorecidos de la sociedad, se extendieron a cincuenta ciudades del país y dejaron un fallecido, decenas de heridos y centenares de personas sujetas a procesos judiciales. En ese momento, el presidente llamó, en cadena nacional, a grupos leales a salir a las calles, lo que unido a las imágenes de violencia policial que inundaron las redes y el corte de internet, puso al gobierno y, especialmente al jefe de estado, en una delicada posición.
A raíz de lo anterior, en días posteriores, el gobierno adoptó una posición más conciliadora. Se tomaron medidas como eliminar los topes y aranceles para la importación productos alimentarios, medicamentos y aseo; se destrabó la aprobación de las MPYMES, de las que ya hay más de 1600 en el país; se le otorgó más autonomías a la empresa estatal socialista; se lanzó una campaña de obras públicas en los barrios más pobres y se inició un proceso de diálogos con algunos sectores del país, tan publicitado por los medios oficiales como criticado por la prensa independiente y grupos afines, por no haber incluido a la oposición. Adicionalmente, se abandonó momentáneamente la política de precios topados, lo que, si bien contribuyó al aumento de la inflación en el segundo semestre, también favoreció a una mayor oferta de productos agrícolas y palió el desabastecimiento.
IV
A partir del 15N, y luego del fracaso de las marchas anunciadas para ese día por la plataforma Archipiélago, el país comenzó a transitar por “la nueva normalidad”. Esto implicó el inicio de la recuperación económica con la puesta en marcha del turismo, el arribo de visitantes y mercancías, la reactivación de la industria, el comercio y los servicios. En lo político, el gobierno recuperó varias de sus herramientas para incidir en sectores claves como los estudiantes y la juventud, a través de las organizaciones políticas y de masas. Desde entonces, aunque no se puede decir que haya un clima de total control, tampoco se observa ninguna fuerza con capacidad movilizadora como para desestabilizar la situación.
En cuanto a los Estados Unidos, si bien el presidente Biden no parece regresar a las políticas de Obama, ni eliminar muchas de las adoptadas por Donald Trump, tampoco se prevé que tome nuevas decisiones para afectar la economía. Esto significaría una ganancia de tiempo para el gobierno, que podría consolidar su modelo de cambios sin la participación del “enemigo histórico” y manteniendo el discurso de plaza sitiada.
La actual oleada migratoria tiene implicaciones en todos los órdenes. Más allá del drama humano, desde el punto de vista demográfico, implica un agravamiento de la ya difícil situación del envejecimiento poblacional. Además, muchos de los que emigran son personal calificado, lo que también implica una pérdida para el país. Sin embargo, desde la perspectiva gubernamental, también podría ser positiva. En primer lugar porque le “saca presión” a la situación interna, de hecho la mayoría de los líderes de “la nueva oposición intelectual”, han emigrado. Por otro lado, las remesas ya son la segunda fuente de entrada de divisas a la economía y el país ha dado pasos para que la diáspora se convierta en una fuente de inversión directa.
Para el oficialismo los mayores retos están en resolver la situación económica. El economista Juan Triana Cordoví plantea una serie de líneas sobre cómo asumir y administrar los costos del ajuste estructural que requiere la economía: aprender a vivir con el bloqueo/embargo; renegociar la deuda comercial; atraer y concretar la inversión extranjera directa; generar un ambiente de negocios favorable para el sector empresarial; fomentar la agricultura y la producción de alimentos[16]. Sin embargo, aterrizar eso en la compleja realidad cubana, en el contexto de post-crisis mundial y de guerra en Ucrania, no es sencillo, sobre todo sin deteriorar aún más los indicadores sociales, manteniendo la estabilidad política y el control de la situación.
Desde el punto de vista de la sociedad civil, se ha borrado cualquier vestigio de falsas unanimidades. Ha podido demostrarse en toda su compleja diversidad, muchas veces antagónica y que va más allá del diferendo político entre algunos grupos y el Estado, aunque lo incluye. Se han abierto canales de diálogo y concertación entre los distintos actores sociales y con el gobierno en torno a temas específicos, por ejemplo entre las iglesias protestantes y grupos conservadores en torno a la educación de género y los diálogos entre los animalistas y el Estado. La irrupción de las redes sociales ha potenciado la libertad de expresión, pensamiento y el acceso e intercambio de información. Sin embargo, ha fomentado la polarización y dificultado la obtención de consensos. Finalmente, el 11J demostró que los gobernantes no cuentan con un cheque en blanco, extendido por tiempo ilimitado. Es necesario un marco institucional, que deberá continuar fortaleciéndose en los próximos años con una mayor participación popular.
En mi opinión, el gobierno y el sistema han dado muestras de solidez, capacidad de adaptación y maniobra en un escenario nuevo y adverso, y en un momento de máxima debilidad. Su mayor victoria ha radicado en sobrevivir a “la tormenta perfecta” que implicaron estos años de crisis para continuar implementando su modelo de cambios. Sin embargo, ha sufrido un importante desgaste, por lo que, de mantenerse el actual orden de cosas, o de ocurrir algún evento catastrófico, no se pueden descartar estallidos sociales y un escenario de inestabilidad política.
Carlos Alberto González Carvajal, Bayamo, 1980. Es médico, graduado en el 2005, como diplomado en cuidados intensivos fue miembro de la brigada Henry Reeve que prestó servicios en Guatemala; posteriormente, trabajó en la Misión Barrio Adentro II en Caracas, Venezuela, del 2006 al 2009. Especialista en Medicina General Integral y Medicina Intensiva y Emergencia, desde el 2012 trabaja en el servicio de emergencia del Hospital Provincial Lucía Íñiguez, de Holguín. Poeta y narrador, fundó el grupo literario “Vórtice”, es egresado del Taller de Técnicas Narrativas “Onelio Jorge Cardoso”. En los últimos años ha desarrollado una intensa labor como articulista sobre temas de la realidad cubana para medios como La Joven Cuba, Luz nocturna, OnCubaNews…
Ilustración por Maikel Martínez Pupo. Lo puede encontrar por @MaikelStudio @maikelmartinezpupo.
[1] Figueredo O. Alejando Gil: Economía cubana ha perdido 13% de su PIB entre el 2020 y lo que va del 2021. Cubadebate. 2021. [Citado octubre 27, 2021]
[2] Mesa-Lago C. Las causas de las protestas y la magnitud de la crisis económica en Cuba. Columbia Law School. 2021. [Citado agosto 5, 2021]
[3] Kurmanaev A. Los juicios masivos en Cuba profundizan la represión. The New York Times. 2022. [Citado enero 14, 2022]
[4] Información sobre los procesos penales derivados de los disturbios del 11 de julio del 2021. Fiscalía General de la República de Cuba. 2022 [Citado enero 25, 2022]
[5] Serna R. El millonario impacto que tendrá para Cuba su retirada del programa Mas Médicos en Brasil. BBC News. 2018. [Citado noviembre 19, 2018]
[6] Mesa-Lago C. Las causas de las protestas y la magnitud de la crisis económica en Cuba. Columbia Law School. 2021. [Citado agosto 5, 2021]
[7] Ibid.
[8] Las más de 240 medidas de Trump contra Cuba. Cubadebate. 2021.
[9] ¿Cuál fue el destino del presupuesto estatal en el primer año de la pandemia en Cuba? Contraduría General de la República de Cuba. 2022 [Citado octubre 27, 2022]
[10] Mesa-Lago C. Las causas de las protestas y la magnitud de la crisis económica en Cuba. Columbia Law School. 2021. [Citado agosto 5, 2021]
[11] De Miranda M. La “Tarea Ordenamiento” y las distorciones cambiarias Columbia Law Shcool. 2021. [Citado octubre 29, 2021]
[12] Brizuela L. Crisis eléctrica en Cuba refuerza necesidad de acelerar la transición energética. INTER PRESS SERVICE. 2021 [Citado septiembre 30, 2022]
[13] Gratius S. Cambio de poder en Cuba: ¿Un mero trámite? CIDOB Barcelona Center for International Affair. 2022 [Citado abril, 2018]
[14] Triana J. La urgencia del sentido de la urgencia. Oncuba news. 2022. [Citado enero 24, 2020]
[15] González C. A. “La rebelión de los aplausos” historia y valoración de una crisis política. Luz nocturna. 2021. [Citado diciembre 21, 2021]
[16] Triana J. La urgencia del sentido de la urgencia. Oncuba news. 2022. [Citado enero 24, 2020]
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