enero 13, 2022
Glenda Boza

Instituciones cubanas que apoyan a los emprendedores

A pesar de la crisis que desde hace años vive Cuba, parece que inicia un buen momento para el emprendimiento en la Isla. ¿Contradictorio? No lo es. Las oportunidades y los cambios suelen nacer en épocas turbulentas aunque requieran, luego, un clima sereno para consolidarse.

Las sanciones de la época Trump y la covid-19 han agudizado las carencias que padece la población cubana y, de paso, han hecho más notables las deficiencias del entramado productivo y económico del país, caracterizado por una economía centralizada e ineficiente.

Tras las inéditas protestas del 11 de julio, el gobierno cubano sabe que una manera de evacuar la “presión social” es oxigenando la economía. Hay que hacerlo, es urgente, ¿pero cómo?

En agosto, La Habana publicó un conjunto de normas legales correspondientes a la creación y funcionamiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

A pesar de sus límites —analizados por varios expertos—, la legislación referida a las Mipymes, junto a la ampliación del trabajo por cuenta propia y del sector cooperativo (no agropecuario), abre un sinfín de posibilidades para el emprendimiento en Cuba.

El economista Pedro Monreal calcula que se podrían crear, en una primera etapa, más de 14.000 nuevas empresas, a partir de lo dispuesto en el Decreto Ley 46/2021.

Ante este favorable escenario, la colaboración de organizaciones como la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana, Habana CreActiva, Tercer Paraíso y CubaEmprende, puede ser decisiva para la consolidación y expansión de muchos nuevos emprendimientos.

Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre

En noviembre de 2020, en medio de los problemas y la incertidumbre generados por la pandemia de covid-19, se desarrolló en la capital cubana un evento que buscaba favorecer nuevas alternativas de emprendimiento en la isla.

Se trató de la Primera Feria de Productos, Servicios e Ideas, organizada por Yociel Marrero, ingeniero y ambientalista quien, además, es director del Programa de Economía y Consumo de la conocida Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ).

Pero la labor de acompañamiento de la FANJ al sector privado cubano no comenzó en 2020, sino en 2010, con la apertura de Cuba al trabajo por cuenta propia.

“Entonces, la Fundación decidió hacer un proceso de acompañamiento a ese sector privado  en su vinculación con los recursos naturales, principalmente sobre el consumo de agua y energía», dice Marrero.

Al mismo tiempo, la FANJ intentó incorporar, en la “filosofía” de los nuevos negocios cubanos, la idea y el concepto de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).

Desde 2012, los especialistas de la FANJ colaboraron con los jóvenes emprendimientos en asuntos prácticos como qué grifería usar, qué elementos de iluminación son los más adecuados, consejos para la climatización y el riego de jardines.

A partir de ese intercambio, en 2015 se celebró un Taller de Desarrollo de Negocios Sustentables. En este encuentro, medio centenar de emprendedores cubanos recibieron los consejos de expertos de Canadá y Colombia.

La FANJ trabaja, sobre todo, con emprendimientos que están en fase inicial. La intención ——asegura Marrero— es que los negocios, desde la arrancada y la elaboración del plan de negocio, introduzcan y tengan presentes los conceptos de “responsabilidad socio-ambiental empresarial”.

Los encuentros y talleres con emprendedores cubanos tuvieron su continuación en 2018 en el Encuentro de Nuevas Economías, otra línea de trabajo de la FANJ que busca promover el concepto de las economías alternativas. Entre estas aparecen las llamadas economías de colores: economía verde, carmelita, marrón, azul y plateada.

“Cuba tendrá que transitar necesariamente por un proceso de búsqueda del color de su economía”, dice Marrero. Para ello será imprescindible contar con la fuerza del sector privado frente a las nuevas condiciones y las posibilidades que brinda la creación de Mipymes.

El nuevo panorama que se abre para el emprendimiento en Cuba permitirá a la FANJ consolidar su trabajo de acompañamiento y capacitación en temas más específicos y profundos, con un impacto mayor en el futuro de la sociedad y en el desarrollo socioeconómico del país.

Proyecto Cuba Emprende (Progama Oasis)

Una de las principales líneas de trabajo del Proyecto Cuba Emprende es la promoción del emprendimiento sostenible en Cuba.

En 2018, el proyecto dio inicio al Programa Oasis, con el objetivo de lograr que los emprendimientos cubanos tuvieran un impacto positivo en el medio ambiente y en la sociedad sin renunciar, por supuesto, a la generación de beneficios económicos.

Como parte de su labor de capacitación se han impartido 21 conferencias y desarrollado 16 talleres de RSE. En estos últimos han participado más de 300 personas.

Oasis se enfoca en promover la interacción directa entre emprendedores, en detrimento de la enseñanza presencial tradicional. Las dinámicas empleadas propician la construcción colectiva del conocimiento y el trabajo en taller por encima de métodos donde prevalece el aprendizaje vertical.

Dentro del programa destaca el espacio En Plural, donde se suelen presentar experiencias de negocios con una gestión socialmente responsable ante un auditorio que participa activamente y pregunta.

William Bello, máster en Medioambiente y Administración de Empresas, señala que el desabastecimiento que sufre Cuba es la principal limitante para los emprendedores y las nacientes empresas cubanas.

En el aspecto educativo, la formación de emprendedores, dice Bello, no está incorporada a los sistemas tradicionales de enseñanza del país.

Cuba Emprende espera que el Programa Oasis ayude a encaminar emprendimientos con un modelo de desarrollo sostenible. “Hoy existen mayores posibilidades para eso, y es de suponer, con certeza, que nuestro trabajo aumentará”, dice Bello.

Habana CreActiva

El proyecto Habana CreActiva apoya algunos emprendimientos de la capital cubana, al tiempo que construye una plataforma de promoción y comercialización de productos y servicios culturales y creativos.

En sus procesos de formación participan emprendimientos como:

ATIVA: proyecto dedicado a la creación de productos utilitarios y decorativos, cuyos diseños se inspiran en la cultura aborigen cubana y su legado gráfico.

La Embajada del Arte: negocio del ámbito de las artes visuales, el diseño y la impresión. Promueve el arte emergente por medio de ayuda material y apoyo a su difusión, con servicios especializados y diferenciados para estudiantes de la Universidad de las Artes, ISA, y la comunidad donde radica el proyecto.

La Mina: emprendimiento de acopio y trituración de plástico que contribuye al saneamiento de La Habana mediante la trituración de plástico proveniente de vertederos y zonas contaminadas.

Marnia: reciclaje, arte y transformación: proyecto artístico-ecológico que utiliza desechos como soportes para crear piezas de arte y diseño. Enseña a la comunidad la importancia del reciclaje y la reutilización, además de mostrar el arte de una forma distinta y responsable con el medio ambiente.

Paola Larghi, máster en Desarrollo Social, sostiene que la mayor dificultad en el trabajo con emprendedores cubanos ha sido la falta de cultura empresarial en el país.

También resalta la inexperiencia de estos actores y su desconocimiento de temas y normas jurídicas y económicas, además de amplias lagunas en acciones de marketing.

Ahora existe un marco jurídico más propicio para la creación de un ecosistema favorable para las Mipymes, pero falta por comprobar la puesta en práctica de tales normas, asegura Larghi.

Tercer Paraíso Cuba

El proyecto sociocultural sin fines de lucro Embajada Rebirth/Tercer Paraíso Cuba está presente en la Isla desde 2014.

En más de un lustro acumula impactos positivos en emprendimientos como Ciclo Ecopapel, Crepería Oasis Nelva, Café Oddara, Restaurante Grados, Restaurante Camino al Sol, entre otros.

Al mismo tiempo, ha establecido una red de trabajo solidario que busca y genera soluciones para las comunidades de forma creativa.

Tercer Paraíso, iniciativa internacional liderada por el artista italiano Michelangelo Pistoletto, conecta con la Agenda 2030 de la ONU y persigue la interconexión de proyectos responsables en pos de la transformación social.

Laura Salas, coordinadora de Tercer Paraíso Cuba, afirma que en la mayor isla del Caribe “el sector privado aún es incipiente, pero debe ser motivado a cumplir un rol social más allá de la cuestión económica. Los emprendedores pueden hacer mucho de cara a la sostenibilidad de un espacio o comunidad. Lo hemos visto con ejemplos concretos de que es posible generar economía y movimiento a nivel de barrio. Hay que seguir avanzando en esa perspectiva».

La Red de Emprendimiento e Innovación de la Universidad de La Habana

La Red de Emprendimiento e Innovación de la Universidad de La Habana aúna a profesores y estudiosos del tema de las Facultades de Economía, Derecho, Contabilidad y Finanzas, Comunicación, Psicología y Turismo, así como de los Centros de Estudios de la Economía Cubana, de Técnicas de Dirección, el Colegio Universitario San Gerónimo y FLACSO.

Sus estudios y análisis están dirigidos a “mejorar las funciones del sector no estatal como actor económico y social”.

Organiza talleres y foros virtuales sobre emprendimiento en Cuba, dedicados a temas como la resiliencia, el análisis de mecanismos de exportación e importación, y otros asuntos afines.

Su labor de capacitación va de la mano con un ejercicio teórico y de investigación que señala las principales trabas al trabajo privado y al emprendimiento en el país.

Aunque es loable el esfuerzo de estas iniciativas y proyectos para contribuir al desarrollo de los emprendedores cubanos, una de sus principales limitaciones es estar circunscritas o tener una radio de acción que solo incluye a La Habana y territorios cercanos.

Los estudios, investigaciones, valoraciones e intercambio de experiencias estarán siempre limitados por no incluir o desconocer —en algunos casos— la realidad de los trabajadores por cuenta propia no residentes en la capital.

A su vez, al fatalismo geográfico, la inexistencia de redes de apoyo y la ausencia de garantías legales que les permitan expandirse hacia otros sitios, coarta la creación de nuevos proyectos al interior del país, o perjudica a nuevos trabajadores del sector estatal que precisan de estas ayudas y conocimientos para sacar adelante sus negocios o disminuir riesgos y pérdidas. 


Glenda Boza es periodista para elTOQUE.

Ilustración por Wimar Vedercia Fuentes. Encuentralo en twitter @FuentesWimar.

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